Bajar de peso no tiene por qué ser una pesadilla. Muchas personas cuando se proponen hacerlo se sienten frustradas porque no tienen los resultados que esperan de forma rápida, pero primero tienes que pensar que todo es cuestión de paciencia y tiempo, pero sobre todo, de compromiso. Si sientes que estás haciendo todo lo que te es posible para perder peso y aún así no lo logras, aquí te daré algunas pistas sobre lo que puede estar pasando en tu cuerpo e incluso en tu estilo de vida:
- Haces demasiado cardio (y no el entrenamiento con pesas suficiente): El ejercicio cardio es ideal para quemar grasa, pero por sí solo no es suficiente. El entrenamiento con pesas (evidentemente) te ayuda a construir músculo, y por ende cuando aumenta la masa muscular, disminuye la grasa pues quemas calorías. Cuanto más rápido sea tu metabolismo, más calorías quemarás incluso cuando no estés activo.
- No estás durmiendo lo suficiente: Todos somos culpables de esto; con el ritmo de vida actual que hemos decidido adoptar, el sueño ha pasado a segundo plano e incluso es visto como un lujo, pero es esencial no solo para tener energía, sino para que el cuerpo logre realizar todas sus funciones por completo.
- No estás comiendo suficiente grasa: Así es, aunque no lo creas las grasas buenas son vitales para el corazón; las grasas que se encuentran en alimentos como el salmón, nueces, huevos y aguacates aumentan la energía y le indican al cuerpo que debe quemar la grasa almacenada como combustible. Por eso también es importante acudir con un experto en nutrición para que te dé un régimen balanceado y adecuado a tu masa corporal y quema calórica diaria.
- Tu consumo de alcohol es alto: Si acostumbras cuidarte toda la semana pero el fin de semana tu consumo de alcohol es alto, entonces estarás saboteando tu objetivo de perder peso. Mientras que tu cuerpo se está centrando en procesar el alcohol de forma rápida, el metabolismo no puede trabajar de forma eficiente en otros alimentos que ha comido a lo largo del día. Por lo tanto, al no procesar rápidamente grasas y carbohidratos, éstos se convertirán en grasa y se almacenan en tu cuerpo.
- “Yo puedo comer lo que quiera, para eso hago ejercicio”: ¡ERROR! Es una creencia común que por hacer ejercicio es aceptable comer más. Lamentablemente esto no es cierto. Muchas personas se “recompensan” con comida por haber hecho una hora de ejercicio intenso o por haberse levantado temprano a correr, pero si se aumenta la ingesta calórica, entonces no va a haber ninguna mejoría en el cuerpo y estarás recuperando lo que quemaste.
- No comes lo suficiente: Esto puede sonar raro, pero en realidad si no comes lo suficiente o de pronto dejas de comer, el cuerpo entrará efectivamente en un estado de hambre y comenzará a aferrarse a la grasa que se queda en su cuerpo por miedo a que la necesitan para sobrevivir.
- No bebes suficiente agua: El agua es lo mejor para la hidratación y la pérdida de peso. Incluso si tomas un vaso antes de una comida puede ayudar a no comer demasiado. La ingesta diaria recomendada de líquidos es de 1,6 litros para las mujeres y 2 litros para los hombres.
- Eres fan de las dietas de moda: Las dietas de moda son terribles para la pérdida de peso. Aunque es posible que pierdas peso al principio, no estás cambiando realmente tu hábitos alimenticios ni tu estilo de vida, además las dietas demasiado estrictas como las famosas “detox” o de jugos, pueden hacer que al terminarla rebotes, así que es mejor evitarlas y aprender a comer de todo sin satanizar ningún alimento.
- Vives estresado: Si los niveles altos de estrés forman parte de tu vida, entonces puede realmente interferir con tu pérdida de peso. El estrés desencadena la producción de cortisol y al haber demasiado de ésta sustancia puede interferir con la testosterona, que es la hormona responsable de la construcción y el mantenimiento de los músculos. Una disminución de la masa muscular conduce a una reducción del metabolismo y quema de calorías más lento.